sábado, 29 de agosto de 2009

Carlos Echeverry Ramírez--Colombia


Crónicas de Barcelona ISBN:0-9683701-2-8
Reservados todos los derechos de Autor ante CIPO Y WIPO
Carlos Echeverry ramírez-Colombia


Fragmento


Y todas estas palabras ya lejanas para muchos y los dos en este momento. Y así la vida tuya y la nuestra se les fue y se nos fue, se nos fue... de las manos, escuchando palabras y sonidos en monólogos durante tantos años pasados, ¿recuerdas amor?, esas palabras son sólo palabras, y que hoy forman la parte triste de aquello llamado: El olvido.

Algunas veces que él bailaba entre ellos quería en esos momentos eternizar para todos y para ellas, en la habitación de la reunión en Barcelona esos segundos en los cuales nos sentimos dueños del mundo.
Cuando nada nos importaba.
Que ellas recuerden cuando eran unas Diosas Divinas.
Unas de las más bellas entre las bellas.
Y que los aplausos y la admiración los recibían por doquier.
En todas partes.
Y sobre todo en las grandes pasarelas y desfiles de la moda efímera llenas de luces y flash. En los grandes recintos académicos de las universidades de Boston, París y Barcelona. En Londres o Singapur las ovacionaban igual que en Caracas o Berlín y en Bogotá, Río o en Madrid, Rosario y Ámsterdam y Ciudad de México o Guadalajara.
Amor ausente, Amor mio recuerdas cuando escuchabas los aplausos de los poderosos y que al final eran sólo mediocres que te aplaudían sin parar y reías mucho en esas noches y en aquel entonces y eras la más bella.
Que ponías tranquilamente e indiferente el precio al mejor postor y como querías.

Que mirabas segura a todos los hombres, que los dominabas con tu mirada y que de todo creías tener el control.
Convencida estabas que podías Conquistar el Mundo y tenías a tus pies todo, donde y cuando lo querías.
Y que sin esconderlo decías al hombre de turno casi en llanto y al final de la noche en medio del licor y la marihuana y la Heroina y bajo las luces de neón o en las habitaciones en penumbra llenas de espejos: "Sólo te pido que me quieras un poquito".
Era lo que le decías desesperada implorando por el amor ..
.En esos segundos eternos en ese instante cuando susurrabas al oído, al nuestro, al de todos ellos, y más que todo aquel que no has podido olvidar nunca, nunca: el mío.
Tu aliento, tu risa al amanecer como murmullos alegres, y escuchábamos el trinar de pájaros con la aurora, tu sangre, nuestro hijo... aquel que pudo ser y nunca lo fue.
"Te quiero más que nadie en este mundo", le decías al hombre aquél cuando hacías en ese entonces tu tesis de grado.
Recuerdas cuando juntos besábamos el universo en noches alegres de amaneceres suaves y tibios con olor a guayaba.
Allá en la ardiente llanura de la vida.
Tu vida, la nuestra, la vida de todos en este mundo.
Y que ya hoy en día es tan solo dolor y llanto en tu vejez y en la mía.
Cuando también creían ellos dos juntos y solo los dos en medio del canto de las cigarras y los colibríes al mediodía y debajo de los siete gigantescos palos de mango del patio de tu casa, allá en la pampa y el litoral los dos en medio de besos ardientes y lunas llenas en la noche corta, creíamos equivocadamente que el amor era eterno.
Que me serías siempre fiel, antes que él.
Y que al oído le decías con ternura: Seré siempre tuya amor... Le hiciste creer que íbamos a ser jóvenes y bellos y que los amaneceres eran siempre nuestros.
Lo abrazabas y me hacías sentir dueño del mundo.
Lo besabas todo íntegro y le decías: todo lo tuyo es mío amor, y lo mío era todo tuyo.
Así lo hacías sentir y te creí ciegamente como un niño.
Le hiciste soñar en que todo era nuestro.
Que por estar juntos merecíamos todo y nos apropiábamos de todo y del mundo como si fuera nuestro también y sin tener la suficiente madurez y conocimiento, experiencia y sabiduría, para adueñarnos de la brisa con sus atardeceres rojos en la llanura.
Sin pensar más en todo lo anterior de su vida, amor, mi dulce amor, por qué ahora que está bailando lentamente y que el cuerpo ya no le responde por los dolores y su rigidez, y que está desdentado y lleno de arrugas, viejo, calvo y que sólo quiere decirte con alegría en su cara, esa que es tu cara también y fue la nuestra, la de ellos, la de nosotros y con sus risas y besos compartidos y alientos tuyos y míos, y que es la vida de todos los aquí presentes en la habitación mía, en Barcelona y en este mundo.
Tu mundo, el de tu madre y tus hermanos...y tu familia. Quiere decirte que sólo le quedan las ilusiones de aquellos días cuando lo pusiste a soñar como un niño en un mundo mejor.
Un mundo más justo y más solidario para todos los hombres, mujeres ancianos y niños de este mundo.
Le enseñaste a construir un mundo sin hambre y sin miseria y me enseñabas a soñar y amar un futuro para los dos.

Para todos, para todo el mundo entero. Le enseñabas a querer el amor en los amaneceres que eran fríos y sólo teníamos un colchón viejo en el piso y cuando todavía no le habían robado las ilusiones y creía en ti. Y todos los presentes en esa habitación de la pensión en Barcelona creíamos en ti. En ese mal llamado Amor... y en el mundo y en la justicia que nos rodeaba.
Creía en ti.
Cuando era más joven y todavía te esperaba.

Esta noche amor, mi amor de la llanura con amaneceres con olor a fruta dulce y arenas ardientes, cuando quizás nadie te espera... tú, una anciana igual a ellos, y por allá lejos muy lejos de mí y de nosotros aquí pensando y deseando que tu vida y la de ellos no sea dura... Ancianos cuando nadie nos espera ya tampoco ni en ningún lugar y que sólo nos espera la muerte como a todos los ancianos que he conocido y por los otros que cotidianamente comparten conmigo esta habitación y esta fiesta de despedida a ella, hoy en día en esta noche y únicamente esperando la muerte, cada noche es una despedida y un Canto a la Vida y un rechazo total a la ilimitada violencia que existe en este mundo.

Una protesta a este injusto mundo.

Un llanto desesperado de alegría por estar con vida en este día.

Continua...

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Carlos Echeverry Ramirez
fitofeliz@hotmail.com
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